miércoles, septiembre 02, 2009

No quiero llamarle por su nombre

Una noche se despertó del largo sueño en que la mantuve. Se quedó algunos días inmóvil pero consciente. Poco a poco estiró sus múltiples brazos, enredados y entumidos por tanta quietud, y se desató. Se talló todos y cada uno de sus ojos inflamados, hasta los de las rodillas que se quedaron ciegos una vez que cayó sobre la alfombra rocosa del páramo. Trató de peinarse con los dedos el cabello que estaba todo lleno de polvo pero, a cada cepillada, se le desprendían mechones de algodón y azúcar, torció su única boca: “no importa, ya volverá a crecer”. A pesar de ser tan ligera le tomó algunos días más ponerse de pie sobre sus pequeños pies descalzos y mugrosos, todavía, por las andanzas de antier.

Un rayo de sol y el frío de la madrugada hizo que su pálida piel de papel se erizara con el estremecimiento del choque que causa el frío con el calor… se estaba entibiando. Se sonó la nariz que estaba constipada de barro y volvió a llenarse del aroma que tiene la niñez madurada a fuerza de tiempo. Tomó una bocanada de aire, infló los cachetes y exhaló una larga neblina de tabaco viejo.

Antes, cuando ambas éramos jóvenes, sentí vergüenza de su estar a mi lado ¡maldita alimaña incrustada en mi piel! Lejos estaba de imaginar que ese bicho tóxico, no era más que una larva. Se alimentaba de mi sensibilidad de niña y del amor adolescente y febril de aquellas tardes para, después, infectar cada minuto que pasaba entre día y día, hasta hacerme suplicar por el antídoto.

Un día nefasto por descuido, los ojos terribles de la incomprensión se posaron sobre su desnudez, apenas cubierta por un velo de letras. Aquel incidente fue suficiente para hacer estallar el polvorín de miradas curiosas y espantadas que astillaron con rechazo a los más amados: “Deja de hacer y escribir tonterías”, decían, “te la pasas holgazaneando en lugar de hacer algo de provecho con tu vida” también sentenciaron.

Fue así que reuní las escasas fuerzas que quedaban después de la embestida y la recluí en aquel rincón, falsamente olvidado. Por años aventé con desdén migajas de bosque, besos guardados, tragos de nube, polvo de suspiros, tiras de luz y algunas rebanadas de luna con que alimentó su anémica existencia. No comprendo ¿Por qué, ahora, no se aleja de mí?

Aunque habían pasado algunos días desde que se levantó, dejó pasar un par de noches más antes de juntar suficiente determinación para andar, simplemente andar. Me dio gusto ver que empezaba a dar unos cuantos pasos temblorosos, No dije nada, tan sólo observé en silencio ¡qué más da si, como antes, no sabe a donde va! ¡qué más da si ni siquiera ha pensado en un destino! … o si lo perdió.

La conozco, “esa cosa” es como un perro fiel que me lame los ojos con saliva de alucinación. Se trepa en mí y vamos por la calle esquivando circunstancias tangibles; no da más opción. Me despierta gritando poemas que no alcanzo a escribir. Se aprovecha de la oscuridad cuando caen los párpados para encendernos la piel con obscenidad, que se pliega en la entrepierta dejando a la vista su punta. Se asoma a mis ojos y clava postales vivas en ellos; imágenes que sólo puedo guardar en el tapiz de mi cabeza. Se duele con mi alegría y muere de risa con mi melancolía. Exige la metamorfosis a unidad, nunca más separadas, nunca más dividida en dos.

Permaneció latente todo este tiempo y no, ya no quiero detenerla, tanto tiempo estuvo en el ángulo de las cosas que estorban y entorpecen que… ahora me duele ver su inseguridad ¡y su pequeñez sin extender!

MPain (mlr - 30 - Ago - 09)



Foto - Marie Pain

3 comentarios:

Paula Cárcamo Villalobos dijo...

woww... quedé como... sabes? a mí me pasa casi lo mismo... en realidad yo ya acepté a los "dementores" jajaja, lo malo es que ahora lo acepto tanto que no los podré alejar nunca de mí, creo que si no tuviera que convivir con ellos cada día, no sería yo... y es precisamente eso lo que hace especial a las personas como nosotros... tenemos una sensibilidad especial que nos lleva a disfrutar la poesía como nadie más lo hace.

Me encantó tu blog... te voy a seguir. jajaj

has leído el lobo estepario?

chau q estes bien =)

Anónimo dijo...

Esa nada que pide a gritos que le llamemos por su nombre.

Saludos MP
S.

Marie Pain dijo...

Poly,
creo que no se trata de alejar a los "dementores" sino de domesticarlos ;), enseñarles a respetar espacios... y en su momento respetar el de ellos :)

me agrada muchísimo saber que compartimos esa sensibilidad!

SalU2!

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S.
con frecuencia, más de las que imaginas, cuando garabateo alguna cosa en mi cuaderno o torpemente tecleo en la computadora... ¿que diría "Y"?

Un beso