miércoles, junio 18, 2008

¿Y el pescadito?

Hace mucho, pero mucho que no escribo. Puedo poner varias justificaciones pero al final sonarían como vanos pretextos. Lo cierto es que no me han faltado temas, desde el debraye más profundo acerca de mi misión en este mundo, mi lugar en el universo, hasta la “rorra de los tamales” que cada mañana me sorprende con su atuendo y su actitud.

Pero no, hoy encuentro divertido dedicar un tiempito a una francesita de la que, si soy muy franca, desconozco su biografía, pero lo que si sé es que cautivó a una considerable audiencia, inicialmente local gracias a uno de esos programas descubridores de “Talentos”, para después conquistar audiencias internacionales. Y Alizita, sé que lo sabes, pero me encanta ponerlo por escrito: Seguirías por ahí cantando en discotecas (europeas eso sí) de no ser por el amo de la fama instantánea Youtube … ah bueno claro! Sería injusto quitarle mérito a tu meneito, que desde entonces ha sido imitado y jamás igualado.

Bueno, la cuestión aquí es que Alizeé se convirtió en el objeto de deseo de muuuuuuchos (y muchas), en especial en México, donde es bien conocido el pequeño percance durante una firma de autógrafos que no se realizó por que muchos fans de todas las edades, especialmente pubertos escoltados por sus papás, que seguro también esperaban obtener lo suyito, se salieron de control y ¡chin! No’más se quedaron con las ganas. Para compensar, Frenchie Girl prometió regresar a hacer presentaciones en vivo y como era de esperarse muchos sintieron la emoción y la cosquilla de ver en carnita y hueso, a “la Lolita” del nuevo siglo; ¡ufff! con un poco de suerte hasta una calenturienta pero muy sentida declaración de amor podrían hacerle… Voulez-vous coucher avec moi, ce soir?

No están para saberlo, pero por maravillosas cosas de la vida, durante el último año, he tenido la suerte de asistir a diversos eventos en vivo, y la noche de anoche me colé por un momento en el coloso de reforma para viborear, er, quise decir observar el show de Alizeé, además tuve la suerte de presenciar la interpretación de su más grande éxito “J’en ai marre” que en su coro dice “Dame Pelusa… Yo quiero Pelusa”… o algo así (Octavio®). La cosa es que Alizeé apareció envuelta en una tela a modo de vestido… calcetas y tenis de goma. ¡Uuuuy! ¡Que mal! Estoy segura que un altísimo porcentaje de los asistentes hubieran querido verla con algo más entalladito. Pero, psss… ¡que más da! el público mexicano es benevolente y entregado. ¡No importa! ¡Qué baile! ¡Que baile! ¡Que baile! Y… ¿que creen? ¡Pues no bailó!

¿Habrá sido que la altura de la ciudad no le sentó bien? O ¿será que la presión de sentirse observada por 10,000 pares de ojos, todos juntitos en el Auditorio Nacional la inhibió? La realidad es que no hubo nada de Pelusa por aquí ni pelusa por allá, media canción se la pasó sentada y media caminando.

Tuve un sentimiento burlón mezclado con ternura cuando miré al público, muchas caritas, masculinas mayoritariamente, tenían ese brillito en los ojos, como de pensamiento non-santo a punto de concretarse; pero se acabó la canción y no ocurrió la magia, la fantasía no brincó a la realidad. Cabe mencionar que no vi todo el concierto pero supongo que esas ansias no cuajaron.

Señoras y señores, muchachos y muchachas, niños y niñas… ¡No todas son Madonna! Han pasado casi 5 años desde aquel video del trajecito negro, no es tanto tiempo pero a la ex - lolita ya le pasó encima un matrimonio, un embarazó y un crío. No me digan que ¿en verdad esperaban ver al pescadito en la nacha haciendo burbujas de amor bajo la luna?.
Supongo que, uno, como persona en general, quisiera que las cosas que más le gustan permanecieran por siempre en un estado ideal. Sería bonito si fuera posible. Lo importante es no dejar de ejercitar la imaginación.